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Brasil y la fiebre del oro


Los ojos del mundo miran hacia Río de Janeiro


Salvador de Bahía, situada en el nordeste del Brasil, fue la capital del próspero ciclo del azúcar, pero el llamado siglo del oro trasladó el eje económico y político del país al sur y convirtió a Río de Janeiro, puerto de la región, en la nueva capital de Brasil a partir de 1763.


El descubrimiento de minas de oro en Minas Gerais, a finales del siglo XVII fue seguido por nuevos hallazgos en en Rio das Contas y Jacobina en Bahia, Forquilha y Sutil en el Mato Grosso y hubieron también importantes hallazgos en el desierto de Guaiás en Goiás.


En este periodo se fundan ciudades como Ribeirão do Carmo (actual Mariana), São João Del Rei, Vila Real de Sabará y Vila Rica de Ouro Preto conocida actualmente como Ouro Preto (oro negro, en portugués).


Durante los años que duró la explotación minera se estima que la población se multiplicó al menos 10 veces. Es así que los doscientos a trescientos mil habitantes existentes en 1690 se convirtieron en tres millones doscientos cincuenta mil en 1798.


La crisis del azúcar


La explotación del azúcar fue una de las industrias más prominentes en el Brasil pero la misma empezó a entrar en crisis a causa de la prosperidad de los ingenios azucareros en las colonias holandesas, francesas e inglesas de América Central. La corona portuguesa recibía buena parte de sus ingresos de esta industria y quiso, por lo tanto, buscar nuevas alternativas para rellenar sus arcas.


Se impuso pues desde esas esferas la formación de expediciones que partieran a la búsqueda de metales preciosos en el vasto e inexplorado territorio brasileño. Los primeros descubrimientos del oro se dieron en los desiertos de Taubaté, en 1697 cuando el gobernador de Rio de Janeiro Castro Caldas dijo haber descubierto 18 a 20 arroyos de oro de la mejor calidad.


Se inicia en esta época la primera “fiebre del oro” de la era moderna, una gesta solo superada años más tarde por los hallazgos de oro en Califórnia en 1848 y en Yukon en 1890).


La cantidad de buscadores de oro fue tal que empezaron a llegar aventureros desde distintos puntos del continente y el descontrol generado fue tal que el Rey de entonces, D.João V, promulgó una ley de contención de las migraciones y se emitieron licencias especiales e incluso pasaportes a fin de controlar el enorme número de portugueses que dejaban sus hogares para irse a buscar fortuna en el Brasil.


La Corona, que había ya decretado el impuesto del quinto cuando comenzaron las expediciones (se exigía la quinta parte de todo lo que fuese extraído) resolvería además aumentar más tarde las cargas tributarias con más impuestos generando una enorme insatisfacción entre los mineros de la región.


Fue en este contexto que se gestó la famosa conspiración minera, una rebelión contra la metrópoli portuguesa dirigida mayoritariamente por mineros que pertenecían a la élite, algunos militares e incluso algunos de los administradores de la capitanía.


La revuelta fue contenida por los súbditos del Rey y uno de sus líderes menos acomodados, Tiradentes, fue ahorcado y descuartizado para sentar con su muerte una firme advertencia contra nuevas posibles rebeliones.


Oro y multiculturalidad


La “importación” de esclavos de África había comenzado ya en el ciclo económico del azúcar pero se acrecentó notablemente en lo que sería el ciclo del oro. Se cree que entre los siglos XVI y XIX habrían llegado al Brasil algo más de tres millones de esclavos negros.


El trabajo que realizaban era inhumano y, a causa de ello, su tiempo de vida era muy limitado y se dice que su esperanza de vida no era mayor a los 7 años una vez que eran insertados en estas redes de trabajo forzado.


Junto a esas arduas jornadas de trabajo esclavo surgen también las historias de las grandes rebeliones y nacen aquí nombres de algunos líderes de la resistencia como Zumbi dos Palmares, un negro africano quien habría sido capturado a los 6 años por los esclavistas portugueses y que, tras haber huido a sus 15 años, se habría convertido en un respetable estratega militar que hizo frente al sistema esclavista. Su nombre es hoy símbolo de la resistencia y la fecha de su muerte ha sido adoptada en algunos lugares de Brasil como el día de la conciencia negra.


A esa mano de obra esclava se sumaron también manos, sangres y ambiciones de diversos lugares del mundo y esas migraciones hicieron del Brasil años más tarde esa acuarela de diversidad cultural y étnica que es hoy en día.


Los portugueses fueron los primeros inmigrantes europeos pero en el siglo XIX llegaron también inmigrantes de Italia, España, Alemania, Holanda, Polonia y Ucrania, así como de Japón, Siria y Líbano.


Se cree que desde 1875 hasta 1960, alrededor de cinco millones de europeos emigraron a Brasil. La población indígena, por su parte, fue diezmada en sus gran mayoría. De los cinco millones que se calculan al arribo de los primeros colonos europeos hoy no quedan más que algunos miles.


El oro y su legado en el arte


Poco del oro extraído quedó en el Brasil. Las riquezas de su territorio pasaron a Portugal y de allí a Inglaterra que genero un sistema ideal para recuperar las riquezas extraídas a partir de la comercialización de esclavos y de las manufacturas y productos industrializados que ofrecían en el medio del reino del despilfarro.


Un aspecto importante, sin embargo, relacionado con la explosión demográfica provocada por el período de exploración de oro en el Brasil colonial fue el desarrollo de una clase media compuesta por artesanos, artistas , poetas e intelectuales que han contribuido al gran desarrollo cultural de Brasil en ese momento.


Quedan de esa época obras magníficas. Datan de esos años, por ejemplo, las más bellas iglesias de Minas Gerais, y nacen allí artistas de la talla de Antonio Franciso Lisboa, el «Aleijadinho» (desfigurado por la lepra) cuya genialidad marca estilo y época.


Esta zona fue también la sede del primer movimiento literario en Brasil y data de esta época la llamada Escuela de Minas, o Movimiento de Arcadia, que tuvo representantes de la talla de Cláudio Manuel da Costa, Tomás Antonio Gonzaga y Alvarenga Peixoto.


Otro factor importante relacionado con el periodo del auge del oro fue la ocupación de las regiones dentro de Brasil y no sólo en la costa como se había hecho antes. La minería de oro también dio lugar a un crecimiento masivo de la población y el establecimiento de un mercado interior del comercio, ya que los productos de la colonia no fueron sólo para la exportación sino que sirvieron también para satisfacer las necesidades de los nuevos residentes.



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