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Bolivia al ritmo del carnaval




¿Quienes son estos personajes que al ritmo de sones variados ocupan calles y avenidas desplegando colores y coreografías? ¿Que historia nos quiere contar este oso, este arcángel, este diablo o este hombrecito encorvado que se mueve dando pasos diminutos para adelante y para atrás con la ayuda de un bastoncito? ¿Qué tienen en común este arriero andino que lleva una honda en la mano con este selvático amazónico que salta brioso empuñando una lanza?


Y es que las danzas folklóricas en Bolivia hablan sin hablar y cuentan en cada detalle historias que tienen que ver con el origen de la danza en sí misma, con sus transformaciones en el tiempo, con los cultos y las tradiciones de un imperio caído, con la imposición de la cultura de aquellos que vinieron del otro lado del mar y con la simbiosis hija de este cruce cultural.


¿No es acaso sorprendente para la mirada del turista descubrir en medio de estos carnavales callejeros a danzantes de piel oscura cantando y haciendo sonar instrumentos que lo conectan más con el África que con este país al que los documentales asociacian a menudo a la melodía triste de una quena?


Y es que la negritud, que rima con esclavitud, tiene también que ver con la historia de esta región a la que llegaron millones de esclavos para abonar con sus vidas las minas de plata que hicieron de Potosí una de las ciudades más prósperas del mundo durante el siglo XVI.


Las principales festividades folklóricas en Bolivia

De las decenas de fiestas folklóricas que se celebran a lo largo de todo el país, la que destaca entre todas es, sin duda alguna, el carnaval de Oruro, una festividad que ha cobrado renombre internacional.


Se realiza en el mes de febrero y ha recibido la distinción de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por parte de la UNESCO en 2008. El carnaval de Oruro es una fiesta que se hace en honor a la Virgen del Socavón (una advocación de la Virgen María) y que congrega cada año a un más de 28.000 bailarines, 10.000 músicos y cerca de medio millón de espectadores.


También importante por el enorme despliegue y la cantidad de danzantes que participan (25.000 aproximadamente), es la Fiesta del Gran Poder que se celebra cada año a finales del mes de mayo o a principios del mes de junio. Se trata también de un acontecimiento de carácter religioso en el que se conjugan elementos provenientes de la cultura aymara con legados del catolicismo. De ser una fiesta de barrio, se se fue extendiendo en el tiempo hasta convertirse en la fiesta folklórica más importante de la ciudad de La Paz.


Esta fiesta está íntimamente ligada a los comerciantes de la zona del gran poder quien una vez al año muestran sus disfraces ostentosamente confeccionados. Está ligada también al creciente influencia de los comerciantes en las tomas de decisiones del país y se ha dicho, de hecho, que el baile del gran poder representa la toma simbólica de la ciudad de La Paz, un ciudad que, en tiempos de la colonia, estaba socialmente dividida en dos por el río Choqueyapu: la parte norte ocupada por familias españolas mientras que en el margen opuesto del río estaba el llamado barrio de indios.


Cabe también mencionar en esta lista de festividades la Entrada Folklórica Universitaria que se realiza el último sábado del mes de julio, la entrada de la Virgen de Urkupiña en Cochabamba (14 al 16 de agosto), la Fiesta de los Ch'utillos en Potosí en la que se celebra de la victoria de San Bartolomé sobre Satanás (26 y 27 de agosto) y la Fiesta de San Pedro que se celebra cada 29 de junio en las comunidades localizadas a las orillas del lago Titicaca.


De danzas y de danzarines

Imposible hablar en un solo artículo de todas las danzas que se presentan en las entradas folklóricas antes mencionadas. Nos conformamos pues con citar algunas de las más populares:


La diablada. Se trata de la danza ícono del carnaval de Oruro. En ella, se representa una teatralización de la lucha entre el bien y el mal. En la diablada, grupos de danzantes de entre los cuales sobresale por su vestimenta Lucifer se enfrenta al arcángel San Miguel.


La morenada es una danza en la cual se hace un guiño al fenómeno que significó la importación de esclavos desde el África como mano de obra barata que sería incluida en las duras jornadas de trabajo junto a los indígenas tanto en labores agrícolas como mineras. En esta danza, se imita el andar triste y cansino de esos esclavos llegados desde el África. Uno de los principales elementos musicales de esta danza es la matraca, una caja de madera con una rueda dentada y una lengüeta del mismo material que produce al girar un ruido sordo y monótono que imita las cadenas de los esclavos que caminaban con grilletes en los pies.


La Llamerada es considerada una de las danzas más antiguas del folklore boliviano y expresa la relación del hombre andino con la llama que le provee de alimentación transporte y abrigo. La Llamerada es una danza en la que se imita la actividad del pastoreo pero donde se destaca también el caracter sagrado de este animal. Por ello, la vestimenta de los danzantes no es simple como la del arriero sino que es elegante y recupera antiguos signos de poder.


El tinku (encuentro en quechua) que representa el combate ritual cuerpo a cuerpo que hacían las comunidades de Laymes y Jukumanis para ofrendar con sangre a la tierra.


Los auqui auquis en donde se ridiculiza a las autoridades españolas las mismas que son representadas como viejos encorvados que bailan de manera humorística luciendo grandes jorobas, sombreros y bastones.


Los Tobas, una coreografía muy particular que representa a las tribus selvícolas del sudeste y oriente boliviano y en la cual los bailarines, escasamente vestidos y munidos de armas de guerra dan briosos saltos y hacen acrobáticos pasos.


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