Los colores del Brasil multicultural
Brasil es una acuarela multicolor en la que conviven hoy en día más de 193 millones de personas. En su vasto territorio coexisten sangres de distinto origen que se mezclan y se vuelven a mezclar hasta formar matices nuevos. Esta sinfonía cromática, sin embargo, no es un desprendimiento idílico del paraíso terrenal sino el producto de amores y odios, de fricciones y reencuentros que se fueron amalgamando acurrucados en la cuna del tiempo.
Los antiguos habitantes
En una cita espeluznante, el escritor uruguayo Eduardo Galeano, afirma que de los 70 millones de indígenas que habían poblado las Américas antes de la conquista, solo tres millones y medio habían sobrevivido a la barbarie un siglo y medio después.
La codicia de los conquistadores no conoció fronteras y todo tentaba en estas tierras, desde el oro con sus destellos que cegaban el alma hasta las requeridas especies como la canela, el jengibre y el clavo de olor. Dice, el mismo Galeano, que una bolsa de pimienta en el medioevo valía más que la vida de un hombre.
El caso del Brasil no es diferente y los pueblos originarios, numerosos y diversos antes de la llegada de los conquistadores, fueron sucumbiendo de a poco a la destrucción causada por las pestes, las guerras y los trabajos forzados a los que fueron sometidos los dominados.
Al día de hoy, Brasil es el hogar del mayor número de pueblos indígenas no contactados de todo el planeta y se estima que viven en la Amazonía unas 80 tribus aisladas. La mayoría de ellas vive enteramente de su entorno para obtener alimentos y medicinas, construir sus casas y fabricar sus utensilios. Su supervivencia, sin embargo, está constantemente amenazada no solo por la precariedad de sus condiciones de vida sino por la angurria de madereros y ganaderos que buscan y toman, las más de las veces por la fuerza, nuevas tierras para explotarlas económicamente.
Los esclavos del oro
Brasil fue la región de América que más esclavos recibió. Traídos como animales desde el África, la población negra conforma otro de los importantes componentes de la multiculturalidad en el Brasil (negros, pardos, mulatos y mestizos).
Se cree que a partir de la conquista y hasta la abolición de la esclavitud, fueron introducidos al menos siete millones de esclavos negros. Así pues, cuando la mano de obra indígena se fue haciendo insuficiente, se apeló a la fuerza de los esclavos que trabajaron tanto en las minas de oro que se abrieron en la zona de Mina Gerais como también en las plantaciones de azúcar que se instalaron sobre todo en la zona de Salvador de Bahía.
El exterminio debido a las magras condiciones de vida y a las exigencias del trabajo forzado, hicieron que la población negra fuera diezmada a la par de la población indígena. Aún así, llama la atención que en el año 1820 y según las estadísticas estimativas del filólogo Angel Rosenblat la población de negros y mulatos alcanzara los dos millones y medio mientras que la población blanca no pasaba del millón y medio y la indígena de aproximadamente 500.000.
De acuerdo a la Encuesta Nacional de Vivienda llevada a cabo en 2008 en Brasil, sus descendientes alcanzarían hoy unas 85 millones de personas, es decir, un 44% de la población brasileña.
Las grandes migraciones europeas
El descubrimiento de minas de oro en el Brasil a finales del siglo XVII fue el detonante que dio inicio a una masiva migración de aventureros que dejaron atrás su mundo de origen para sumergirse en las promesas del nuevo mundo.
Se estima que durante los años que duró la explotación minera, la población de este país se multiplicó al menos 10 veces. Es así que los aproximadamente trescientos mil habitantes existentes en 1690 se convirtieron en tres millones doscientos en 1798.
Según el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística entre 1500 y 1700 habrían ingresado al Brasil unos 100.000 portugueses, muchos de ellos varones jóvenes que se casaron con mujeres indígenas. La inmigración masiva, sin embargo, se dio en el siglo XVIII cuando unos 600.000 portugueses se establecieron en estas tierras.
En este periodo se fundan ciudades como Ribeirão do Carmo (actual Mariana), São João Del Rei, Vila Real de Sabará y Vila Rica de Ouro Preto. Datan también de esta época las iglesias más bellas construidas en varias de estas ciudades.
Otras migraciones
Durante la colonia, el ingreso de inmigrantes estaba celosamente reservado a los ciudadanos de origen portugués. Tras la independencia del Brasil, sin embargo, las puertas se abrieron a todos aquellos inmigrantes de origen europeo que quisiera poner los pies en estas tierras. Se estima así que a fines del siglo XIX ingresaron al Brasil más de dos millones de personas y 2,2 millones más durante las primeras décadas del siglo XX.
Esta gran apertura, respondía, entre otros, a la baja densidad poblacional existente en este inmenso territorio pero también a una política de “blanqueamiento” promovida por el estado brasileño que pretendía “mejorar la raza” introduciendo de habitantes de origen blancoide.
Las migraciones más significativas al Brasil han sido de italianos, portugueses, alemanes, españoles, polacos, lituanos, ucranianos, y judíos. Durante la Primera Guerra Mundial se registro también un aumento de inmigrantes provenientes de Polonia, Rusia y Rumania. Aumentó también la cantidad de judíos y de inmigrantes del medio oriente (sirios y libaneses). A partir de la década de 1970, se observa asimismo un incremento en la entrada de inmigrantes procedentes de Corea del Sur, China, Taiwán, Bolivia, Perú y Paraguay. De manera general, es posible decir que Brasil es uno de los países que más inmigrantes ha recibido en el hemisferio occidental.
La integración en el tiempo
Demás esta decir que la multiculturalidad se ha convertido en una de las mayores riquezas del Brasil y ello se expresa en todos los ámbitos imaginables aunque de manera muy particular en el ámbito cultural.
Si bien las culturas indígenas y negra fueron reducidas hasta lo impensable bajo el yugo de la colonia, el espíritu de estos pueblos ha quedado impreso con vigor en todas las manifestaciones culturales del Brasil actual.
Encontramos esta riqueza en el mundo culinario con cientos de sabores que embriagan el paladar, en la diversidad religiosa donde el catolicismo comparte fieles con la santería y, por supuesto, en los dominios de la música y la danza donde la riqueza de los ritmos, las melodías y los colores dan vida a uno de los carnavales más célebres y ostentosos del mundo entero: el carnaval de Río.